Well, well, well… pues aquí estamos. (Menuda frase de señora que te encuentras en el ascensor me acabo de marcar, pero qué quieres chica, una ya va camino de los 31…)
Ha pasado 1 mes. UN MES. Quién iba a decirme que llevo ya cuatro semanas alimentándome bien y con un entrenador personal. ¿Que cómo me siento? Pues teniendo en cuenta que es la primerita primera vez que empiezo algo y no lo dejo a los dos días y que encima estoy viendo resultados, pues me siento fe-no-me-nal.
Os cuento un poco.
El primer día te sientes una caca, tienes una mezcla de nervios, de «yo no puedo», de «no voy a conseguir nada» y de «no sé para qué mierdas me estoy gastando este pastizal si no va a servir de nada y podría mirar un canal de Youtube y conseguir lo mismo». (Spoiler: ERROR. ESTÁS TREMENDAMENTE EQUIVOCADA)
Aún así, te calzas las bambas y te tiras a la piscina (metafóricamente hablando claro, aunque a juzgar por tu sudor cuando termines parecerá que sales de darte un chapuzón).

Yo nadando en mi propio sudor
Yo antes pensaba que la figura del entrenador personal no estaba hecha para mí, no para los pobres. Yo estaba acostumbrada a ver entrenadores con famosas o verlo en las pelis, o incluso en las stories de Dulceida y su entrenador patrocinado por Adidas, pero no. Al final lo que te terminas gastando es lo que ahorras en salir a cenar y en cervezas y vermús, que automáticamente han pasado a la lista de «Cosas Que No Puedo Hacer» y te das cuenta de que todos estos servicios se han democratizado y tú, como falsa clase media que eres, te lo puedes permitir.
Volviendo al primer día, fue bastante divertido porque me puso a prueba, «a ver hasta dónde puedes llegar» decía…
Cuando llevas 30 minutos haciendo el canelo escaleras arriba y abajo, dando saltos, corriendo y haciendo sentadillas tú ya estás más roja que un tomate y esperas escuchar la maravillosa frase: «Perfecto, basta por hoy, ya he visto tu forma física» pero una vez más: ERROR. En su lugar escuchas: «Tranquila, que hoy no te haré sudar mucho, solo quiero ver qué tal vas» WHAT THE FUCK entrenador. Ni en 7 años de instituto (Test de Cooper incluído) he sufrido tanto… Pero continúas, porque has pagado y porque tirar la toalla no está permitido – esta vez.
Pese a todo, me fui muy motivada a casa, así en plan: «venga Berta, tú puedes».
Las siguientes tres semanas han sido una pelea diaria con mis agujetas, tanto que me dolía hasta ponerme el rimmel. Me han dolido músculos que ni sabía que tenía y mis mejores amigos ahora son el bosu y estas putas cuerdas, pero eh! NO HAY DOLOR.
Tras 8 o 10 días ves que has perdido un kilito y pico y que cabes en la falda que llevas dos años sin poder ponerte. De repente piensas «joder, funciona» (porque pese a todo siempre has sido un poquito escéptica), y oye, no pasas hambre. Y de repente también, te encuentras subiendo los 6 pisos que hay hasta tu oficina por las escaleras y así como corriendo. ¿Qué mierdas me está pasando y dónde está la Berta que yo conocía?
Total, que aquí me encuentro, 4 semanas después, pesando 69.4kg, comiendo sano, poniéndome ropa de hace 3 años, habiendo POR FIN superado la barrera de los 70kg y lo que es más importante, sintiéndome de puta madre conmigo misma.
❤