La resaca del introvertido

Oh sí, existe.

Vale, sitúate. Reunión navideña con los 7 amigos que no ves desde hace meses el 24 por la mañana, cervecitas, vinos, todos hablando a la vez. Pedro te cuenta que ha cambiado de trabajo y de novia y que se siente mejor que nunca, como si volviera a tener 20 años. Mientras, Pablo y Marta van a pedir otra ronda y te preguntan desde la barra que si tinto o blanco, la música está alta y tienes que gritar tres veces que no, que prefieres cerveza.  Llega la noche y la escena se repite en casa. Tu tío Manolo te explica por qué es momento de invertir en Bitcoins y tu abuelo se ha dormido. Tu tía Pepa te pregunta que por qué no tienes novio y te cuenta por tercera vez que a ella el pollo le sale mejor porque le pone boniato en lugar de patata cuando lo mete en el horno. Tus sobrinos quieren que juegues a pintar y tus grupos de whatsapp echan humo. Tienes la barriga llena, a punto de explotar, porque tú bien sabes que mientras tienes la boca llena no tienes que hablar – y eso es siempre un buen recurso para escapar. Y todavía es solo 24.

Y estás TAN CANSADA. Y no es que no te gusten tus amigos o tu familia, les quieres, pasar tiempo con ellos es fenomenal pero es que ya-no-puedes-más. Y te preguntas qué pasa, qué tienes roto, por qué todos disfrutan pero tú sientes que estás en los últimos 100 metros de una maratón, sin fuerzas, sin energía y con sensación de que la meta no llega nunca.

Que sepas que no estás sola.

Probablemente seas introvertida y lo que ocurre es que estás de resaca.

Claro que a todos nos cansan los eventos sociales, a los extrovertidos también, pero a los introvertidos nos afectan especialmente. Es vivir la peor de las resacas. Es sentir que te falta el aire y que la energía la tienes bajo mínimos. Es pensar «de ésta no salgo» y querer hibernar los próximos tres meses.

¿Que por qué ocurre? Por la sobreestimulación. Los introvertidos somos más sensibles al ruido, a la actividad, y en general a todo lo que nos va restando energía. Somos como la batería de un móvil que se va gastando cada vez que lo desbloqueas, cada vez que miras instagram o mandas un correo, y necesitamos unas cuantas horas tranquilos y enchufados a la corriente, sin que nadie nos toque ni nos manipule, para poder volver a funcionar. Nuestro cerebro responde diferente a ese neurotransmisor del buen rollo llamado dopamina. No nos estimulan las mismas cosas que a un extrovertido. Y sí, LA RESACA ES REAL. 

Si a estas alturas todavía no te has sentido identificado, prueba a ver si te ves reflejado en algún aspecto de los siguientes:

1. Cada pequeña cosa te pone de los nervios, desde el ruido de fondo de la tele hasta que tu madre – con toda su buena voluntad – te pregunte si te quieres llevar las sobras en un tupper.

2. Tu cerebro es puré. Literalmente. Sientes que ha perdido su capacidad de pensar.

3. Tomar una decisión – aunque sea la más sencilla – se te hace un mundo. «¿Que si quiero más agua? ¡Y yo qué sé si quiero más agua! ¿Por qué tiene que ser todo tan difícil?» – *llora desconsoladamente*

4. Parece que no aciertas a lo que quieres decir. Dices «gracias» en lugar de «hola» y «bien, gracias» cuando te preguntan la hora.

5. Estás cansada. Pero cansada de verdad. Podrías dormirte ahora mismo si te dieran un lugar donde tumbarte.

6. Te sientes físicamente mal: dolor de cabeza, pequeño mareo, falta de aire, hinchazón de estómago, retortijones, y dolor de músculos – entre otras.

7. La vida va a cámara lenta.

8. Empiezas a sentirte ansiosa y a elaborar en tu cabeza posibles planes de escape de la reunión/fiesta/evento de turno. Lo que se conoce de siempre como una «bomba de humo» y nos quieren hacer creer que se ha puesto ahora de moda. JA!.

9. Permaneces en silencio. Y cuanto más lo haces más te preguntan si te encuentras bien, y que por qué estás tan callada. Y eso te hace estar más incómoda aún, y más en silencio y BUCLE.

10. Intentas por todos los medios explicar tu falta de energía y tu estado mental en ese momento. La gente lo interpreta como que eres una antisocial, un poco maleducada y que no te interesa lo que te están contando.

11. ¿Por qué los ruidos son tan altos y las luces tan brillantes? ¿Es que nada tiene botón de off?

12. Todo lo que deseas en ese momento es irte bajo el edredón y DE-SA-PA-RE-CER.

Pero tranquilos, tiene cura.

Todo lo que tienes que hacer (igual que con las otras resacas) es descansar. Coger tiempo para ti sola, escapar a algún sitio en calma y hacer algo que te vuelva a llenar de energía (recordad el ejemplo del móvil y la batería). A mí me funciona escuchar música, pero puedes coger un libro o cocinar, o beberte tres coca-colas, no sé, lo que te haga feliz. Y si no te puedes escapar del todo, ve a dar una vuelta, coge aire, disfruta del silencio antes de volver con las pilas cargadas. Pero esto es IMPORTANTE: vete antes de tocar fondo, sino será todo mucho más difícil.

Y RECUERDA: tus necesidades como introvertido son válidas, están bien a pesar de que la sociedad actual premie y esté diseñada para los extrovertidos. Nada está mal, NO TIENES NADA ROTO, irte de una fiesta está bien, no querer quedar con tu mejor amiga y quedarte en el sofá está bien, no tener ganas de hablar es tan perfectamente normal como sí tenerlas y la que importas eres tú.

 

Un comentario en “La resaca del introvertido

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